3 de abril de 2012

Peregrinación Tumbaya- Punta Corral.


Esta publicación la voy a narrar en primera persona porque no tengo otra manera de contarlo. Fue una de las experiencias más intensas de mi vida, primero tiro algunos datos para no estar perdidos:  Todos los años, una semana antes de la Pascua, peregrinos emprenden un viaje a pie hacia al paraje del Santuario de La Virgen de Copacabana de Punta Corral, situado en la Sierra Andina de la que hereda su nombre, a una altura de 3600 m.s.n.m. al este de la Quebrada de Humahuaca. Dos caminos usan los peregrinos para el ascenso y descenso de la montaña: Tumbaya y Tunalito.
 El primero parte de la localidad que le da el nombre, a 2084 m.s.n.m. Avanza junto al río Punta Corral recorriendo alrededor de 22 km hasta llegar al santuario. Es elegido por ser el que menor pendiente presenta, si bien el es más largo de los dos caminos la subida es mas llevadera. Tiene en su trayecto tres "calvarios" y un intermedio en los que se encuentran puestos de venta de comidas y bebidas y lugar para tomar un descanso y reponer fuerzas.
 El segundo parte del Paraje Tunalito, a 17 km al norte de Tumabaya por la  ruta nacional N° 9, este sendero encara el cerro por la ruta más corta y directa (aproximadamente 9 km de caminata). Sube hasta los 4000 m.s.n.m desde donde luego desciende hasta el paraje Punta Corral. En la mitad del camino se haya un "calvario" en el que se puede parar a descansar para reponer fuerzas y comprar comida y bebida. Este camino es el más exigente de los dos y por lo tanto es recomendable estar en buen estado físico para encararlo.
(fragmento de una nota de un diario regional).
 Bueno comenzamos, antes de encarar la travesía nos asesoramos  (cuando hablo en plural me refiero a Juan Ignacio Gerardi y Kiara Scalas, compañeros de esta aventura) con lugareños que ya habían subido en reiteradas ocasiones y nos daban todos los detalles, desde qué ropa llevar (se pasa por momentos mucho frío y  por otros mucho calor) hasta recomendarnos un bastón para que la caminata, alrededor de once horas, no sea tan tediosa. Además de caminar cuesta arriba un largo trecho, íbamos a pasar la noche en el medio de la montaña, así que había que llevar carpa y demás, por lo tanto nos cocinamos una buena porción de arroz (con aroma italiano ya que lo hizo Kiara, oriunda de Cerdeña), unos exquisitos e infaltables choclos, un par de caramelos, algunas frutas secas, bananas y por último galletitas.
Nos levantamos a las 5:30 AM, cuarenta y cinco minutos más tarde nos tomamos el colectivo pertinente y una hora después estábamos en la entrada del sendero, ya la adrenalina y el cosquilleo en la panza comenzaban a tomar protagonismo, los rayos de sol acariciaban suavemente los picos de las montañas dando señales de que iba a ser un día caluroso.
Salgo un poco de la crónica: cuando a uno le señalan que son once horas caminando, mentalmente decís "Si ya sé lo puedo hacer", lo que jamás te planteas es cómo las vas a ir pasando, esto no lo digo en un tono de sufrimiento sino (voy a usar una palabra que me gusta mucho) con la INTENSIDAD con que uno lo va viviendo, quiero decir durante las once horas que duró la caminata hasta Punta Corral sinceramente sentí de todo, por momentos felicidad de estar rodeado por la inmensa naturaleza, por otros angustia, tristeza, ansiedad,dolor, satisfacción, frío, calor y en un momento te desprendes de tu cuerpo y de tu cabeza y sólo vas un pie atrás de otro...y cuando llegas, te explota el corazón porque no la podes creer, porque exigiste tu cuerpo al máximo y al mismo tiempo a tu cabeza y lo lograste y UFFF...te abrazas con tu gente, ahí te das cuenta que siempre se puede un poco más.

Bueno vuelvo a la cronología, después de dos horas de caminata llegamos al primer calvario ya el sol empezaba a hacerse amigo con algunos rayos (durante todo el transcurso de la caminata te cruzas con personas que suben o bajan de todas las edades), lo primero que sentí fue haber retrocedido un parva de años y encontrarme en la Edad Media, todos los puestos eran de piedra y lona, silencio, tranquilidad, la naturaleza se imponía, esa era la sensación, entrabamos en su territorio. A partir de acá la cosa se empezó a poner áspera, a la cuarta hora de caminata la mochila empezó a hacer su juego, molestaba completamente, Juani (quien la noche anterior había estado con 38° grados de temperatura) se sentía un poco débil, empezamos a parar cada 45 minutos a descansar y tomar agua, mientras tanto Kiara iba a su ritmo y marcaba el paso bien adelante. A las cinco horas llegamos a un puesto intermedio y dormimos una siesta reparadora de 15 minutos, a partir de ahí no se cómo nos acomodamos, una hora después llegamos al segundo calvario, Kiara nos esperaba ahí, impecable era un caballo pura sangre y nosotros dos perritos de monoambiente. Ella siguió a su ritmo y nosotros al nuestro, un pibe que ya había subido nos digo que nos quedaba la parte más fácil que estábamos ahí, eso nos obligó a seguir pie a pie, ya para cuando llegamos al tercer calvario el sol no estaba más era todo niebla, tenue llovizna, viento y frío. Kiara había bajado el ritmo por cuestiones físicas, mientras tanto Juani y yo hacía rato que nos turnábamos la mochila que llevaba el equipo fotográfico porque yo solo no podía, después de pasar el último calvario unos 45 minutos llegamos. Mi reloj marcaba las seis de la tarde, si once horas caminando, me encontraba en el medio de la montaña con miles  de personas que estaban ahí, unos llegaban, otros se iban, otros estaban, otros y otros...














En un instante armamos la carpas junto a otras, nos cambiamos por el frío que hacía, y como por arte de magia la nube desapareció y salió el sol, que otra vez se puso mimoso y acariciaba la montaña que decía BIENVENIDOS A PUNTA CORRAL, ya ahí la cabeza no me daba para mucho más. A partir de ahí agarré la cámara y comencé a sacar fotos.
En el medio de la multitud nos encontramos con la hermana de Juani, Florencia que también había subido por primera vez, pero ella había optado hacerlo por el camino más corto pero más difícil (historia aparte).
Lo que viví arriba no se puede expresar, estaría bueno que si alguno tiene la oportunidad lo haga. Les dejo las fotos para que se imaginen un poco.
La vuelta fue más tranquila siempre en bajada y el cuerpo dolía, obviamente, además hay que sumarle que a la noche dormimos tres horas porque las bandas musicales de Sicuris ( grupo de chicos que tocan sin parar el sicus y los tambores) no pararon hasta las tres de la mañana. Nos levantamos a las 5: 30 AM y antes que bajen a la Virgen y empiece el Vía Crucis (que tarda realmente mucho), emprendimos el regreso y unas siete horas después estaba tirado en el piso en la entrada de Tumbaya, sonriente y desgastado.















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