Después de haber estado 90 días en Ecuador y de disfrutar plenamente ese país, ahora nos movíamos para Colombia con la intensión de buscar un lugar tranquilo y relajado para poder bajar toda la información y todas las experiencias vividas en los últimos meses.
Un par de días en Pasto nos bastaron para decidir seguir
para un lugar más pequeño y tranquilo. Así se nos presentó La Cocha, cómo un
sitio pintoresco y sereno, en las cercanías de una laguna y con una pequeña
población estable, luego de un viaje en taxi compartido, de unos 40 minutos
cuesta arriba por las sierras, llegamos. La primera impresión fue la abundancia
natural y la simpleza con que los pueblerinos habitaban el espacio, no se
percibía un ambiente viciado o bajo una presión insostenible, además de todo
esto, frío (loco porque cuando digo frío no me refiero al ambiente, que muy por
el contrario se percibía amable y cálido, sino a la temperatura) sobretodo a la
noche. Nos hospedamos en un hostal increíble pero tan real como la sensación de
sentirse en casa de la tía que mas te consiente, la comida deliciosa; desde la
típica trucha ahumada de la zona hasta la cuajada de queso con caramelo, mejor
conocida como melao. Además, arquitectónicamente el hostal contaba con una
construcción a base de madera, con un
hogar prendido casi todo el día, y la mejor predisposición. A cada rato
circulaba, con un previo pedido, un tinto (café), un hervido (aguardiente con
jugo natural, puede ser de Lulo, Maracuya, Mora, etc), unas arepas con queso
(es una de las comidas típicas de Colombia, una tortillita hecha a base de
harina de maíz blanco), amplio menú para disfrutar de un ambiente
introspectivo.
Con respecto al pueblo, está dividido en dos: uno que vive a
la rivera de la laguna y el otro un poco
más arriba. El primero se percibe una forma simple de vivir y siendo parte de
la naturaleza, se alternan restaurantes con la típicas truchas y casas pintadas
de colores cálidos (por lo general de madera y en sancos), el terreno de la
zona es húmedo, barroso está compuesto
de mucha agua, por lo tanto es común que en alguna tormenta el terreno ceda y
las casas se desplomen o por lo menos se hundan unos centímetros. Y el segundo
está a unos kilómetros arriba de la laguna y se prioriza más lo urbana, tiene
más movimiento y las casas están agrupadas unas con otras.
La Cocha para mi es sinónimo de simpleza y calidez humana, cuesta poner en palabras momentos, ambientes, energías vividas, sin embargo algo hermoso es encontrarte sentado en una mesa de madera con un tintico (café), con el hogar prendido, jugar con dos niños al culo sucio, y poder ver la frescura de ambos, como se les iluminaba el rostro cuando robaban un pozo de cartas, como se reían, estábamos todos contagiados por el virus del amor a cada momento, como el tiempo retrocedía y éramos tres niños jugando… Cuando a Jason (de los dos chicos el más hiperactivo con una energía asombrosa y una inocente picardía que te hacía sonreír, un torbellino) le robabas el pozo gigante de cartas se escuchaba un grito “hijo de púchica, me lo robaste”, uff que manera de pasarla…
A fin de cuentas en La Cocha prima el silencio y la
tranquilidad, pero esto se mezcla con la calidez de su gente. Es lindo
encontrar cómo el silencio puede ser cálido, compartir ese lugar, ese momento
sin la necesidad constante de llenar el espacio de palabras, muchas veces
vacías.
La nota podría terminar acá pero……..
¡Nos encanta pensar!.
O sacarle punta como diría nuestro amigo Juanjo,
Así que con el tiempo y dispuestos a ir por mas nos subimos
a la lancha de la introspección, buscando una lógica para entender el origen de
la simpleza de los habitantes.
Qué es el silencio, cuánto espacio le damos en nuestra vida
diaria?, cuánto comunicamos desde ese lugar?, existe adentro o es la ausencia
de sonido externo, qué nos muestra nuestro ruido interno?
Sabemos poco sobre el silencio, escuchamos todos el mismo? O
solo es el principio de la monotonía? Hay muchas preguntas… pocas respuestas.
De la que estamos seguros es que si el silencio fuera
cocinero trabajaría en La cocha, el lugar donde cada vacío de sonido tiene un
sabor diferente.
¡Que lindo que el silencio fuera cocinero! Los sabores del silencio... me encantó este post!
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